lunes, 21 de enero de 2008

MEDITACIONES METAFÍSICAS

Cuando cumples veinticinco años (uuuuufffff... q horror... :p), resulta inevitable tener una crisis existencial. Claro que sí, aunque sea una pequeñita. La mía me llegó una cálida noche de verano, en una preciosa cala de la costa pontevedresa. Más concretamente la noche del doce al trece de agosto de 2007. Veamos.

Llega un momento en todo botellón veraniego, allá por las 3:45 a.m., en que alguien saca una guitarra y empieza a cantar. Estás en la playa, al lado de una hoguera, y parece que cantar es una actividad absolutamente obligatoria. En ese preciso momento, mi mente reacciona y me reclama un instante de introspección vital, así que me aparto sutilmente del grupo con una excusa plausible (“chicos, voy a mear, que nadie se beba mi copa”) y me dispongo a analizar mi vida. Total nada...

Pero la cosa no es tan sencilla. Las crisis existenciales suelen surgir en momentos propicios pero poco oportunos. Esa noche me noto la cabeza abotargada, como si la tuviera llena de serrín, de algodón, o quizás de Johnnie Walker. No puedo pensar con claridad. Siento como una presión tras los ojos.

Es como si tuviera ganas de llorar pero no me salieran las lágrimas.
(¿Será esta la manifestación física más clara de la angustia?)

No. No tengo nada por lo que llorar. Nada por lo que lamentarme. Solo necesito pensar un segundo en quién soy, en lo que estoy haciendo. No se trata de hacer un balance. Los balances son perversos, parciales y totalmente inútiles. No se trata de llegar a la conclusión de que mi vida ha sido una mierda o de que mi vida ha sido genial. Cualquiera de las dos sería falsa. Lo que necesito es ver el tipo de persona en que me he convertido. Y a ver si me gusto o me disgusto.

Así que me siento en la arena y procedo a meditar. La verdad es que la playa es el entorno perfecto para este tipo de empanadas mentales. Sí, porque el mar de noche es especialmente evocador, tan oscuro y enigmático. La luna se refleja en su ondulado discurrir, dejando una estela de reflejos dorados mientras el rumor de sus mareas va serenándote con esmero, poco a poco, como una nana. Y si miras arriba, el inacabable cielo estrellado te aporta la dosis de humildad que estabas necesitando para poder terminar el razonamiento con un mínimo de lógica.

Hay gente que piensa que, con el tiempo, todos cambiamos, que la vida nos va transformando clandestinamente, dando forma a un carácter que nunca llega a definirse del todo. Piensan que nuestra forma de ser siempre está moldeándose. Heráclito dixit.

Otros piensan lo contrario, que aunque las circunstancias que nos rodean vayan cambiando, nosotros somos siempre los mismos. Piensan que hay algo que está por encima (o por debajo) de todas las cosas y que permanece inalterable a pesar del paso del tiempo (llámese conciencia, espíritu, alma, apeiron o lo que te dé la gana). Parménides dixit.



¿Soy el mismo que hace diez años? ¿Seré el mismo dentro de veinte?

Parece razonable pensar que no. Pero lo cierto es que la voz que escucho dentro de mi cabeza sí es la misma. Dice cosas muy parecidas a las que decía hace diez años. Lógicamente se madura, se crece intelectualmente, se tienen experiencias, se acierta, se falla, se aprende. Todo esto nos va “perfeccionando” (o “empeorando”, según el caso) pero yo tiendo a pensar que en el fondo no cambiamos demasiado.

Hay algo dentro de nosotros, algo pequeñito y a veces muy frágil, que nos define en las situaciones límite. Hay algo dentro de nosotros que nos permite sentirnos y reconocernos. Es aquello que nos ayuda a saber, cuando sentimos que todo lo que nos rodea cambia a una velocidad de vértigo, que al final del día encontraremos el camino de vuelta.

No sé, ¿vosotros os sentís muy cambiados? Las circunstancias definitivamente cambian mucho, pero ¿llegan a cambiarnos a nosotros o solo somos versiones de uno mismo? Dadle al coco, q a mi se me fue un poco la cabeza, pero lo cierto es q ayuda!!

Muchos besossssssssss!!

Pd1.- Y no vale contestar que ahora la tenemos más grande, q ya os estoy viendo!! jajajjajajaja

Pd2.- Y sí, efectivamente cuando volví al botellón tras cuarenta minutos de meditación, todos se empezaron a descojonar de mi porque se pensaban que me la había estado machacando!! jajajjajajaj

Pd3.- Ains, he perdido el tono serio del post... en fin, ahí queda!! Paso de revisarlo!!

Muaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

domingo, 20 de enero de 2008

MELODÍA NÚM. 3



Tema: Falling Slowly.
Intérpretes: Glen Hansard/Marketa Irglova (B.S.O. de la película Once)
Comentario: si se escucha con calma, apreciando la inocencia de los protagonistas, es imposible no contagiarse de su espontaneidad y optimismo...

“…take this sinking boat and point it home, we've still got time;
raise your hopeful voice you have a choice, you've made it now…”

Muchos besosssssssss

jueves, 10 de enero de 2008

EL PATIO DE MI CASA

Hoy el patio de mi casa está mojado, porque llueve en Madrid y hay una niebla londinense que le imprime a las calles y a las casas un tono misterioso y decadente. Y mi patio, que es como los de antes, resurge con todo su clasicismo en estas mañanas lluviosas de enero.

“...el patio de mi casa, es particular;
cuando llueve se moja, como los demás...”

Es un patio interior, pero bastante luminoso, cuadrangular y pintado de albero. Es un patio castizo, de casa antigua, de comentario entre vecinas, de olor a comida los domingos al mediodía y de ecos indiscretos en las livianas noches de verano.

Es un patio de ventanas y cuerdas de tender, de esos de estilo italiano en los que las cuerdas van de una ventana a otra de la casa, en todas las direcciones. El conjunto, visto desde arriba, resulta casi animal; es como una especie de tela-de-araña costumbrista, con cuerdas azules y verdes y prosaicas prendas íntimas colgando de ellas levemente.

El vínculo vecinal se estrecha en el momento en que permites que los demás vean tu ropa tendida. De algún modo expones parte de tu intimidad al tender tus bragas y tus toallas viejas. O eso dice mi madre. Por otra parte, la humanidad se divide entre quienes usan pinzas de plástico y quienes usan pinzas de madera, dice. Nosotros usamos pinzas de madera, claro. Otra cosa sería una vulgaridad... jajajaja

Es un patio de geranios y macetas. Hay macetas descolocadas con medida imperfección en la planta baja por la mujer del portero (al lado de la caldera y el cuartillo con los cubos de basura). Potos, hortensias, pilistras y algún helecho. Y también hay macetas, estas más pequeñas y valientes, en las repisas de algunas de las ventanas. No son más que temerarios brochazos de vegetación en la selva asfáltica de Madrid.

Cuando mis padres se van de fin de semana, mi contacto con el patio de mi casa se intensifica. Tengo que sacar la basura y a veces tender la ropa. Al bajar a los cubos, la mujer del portero me ilustra acerca de las últimas novedades en el mundo de la botánica de barrio. “Este coleo me crece estupendamente”. Y yo me quedo estupefacto pero le sigo el rollo. Y ella encantada.

Y al tender, la cotilla de Doña Juana me inspecciona desde su visillo, pero cuando me percato de su escrutadora presencia le saludo con la mano para delatarla, ésta se sobresalta y se ve forzada a abrir la ventana.

- Buenas tardes, Pablito.
(mira que me jode lo de Pablito)
- Buenas tardes, Doña Juana, ¿cómo está usted?
- Pues ahí ando, hijo, con mis achaques.
- Bueno, será este tiempo tan húmedo, ya verá como la primavera le sienta estupendamente.
(sí, cuando hablo con las vecinas digo cosas así)
- Ay, hijo, qué "apañao" eres, tendiendo y todo.
- Pues ya ve, uno, que está hecho todo un amo de casa.
- jejejeje Qué gracioso eres, rey.
- Bueno, Doña Juana, que ya he terminado, que pase usted una buena tarde.
- Igualmente, Pablito, hasta luego.
(y dale con Pablito, se lo perdono porque es una señora mayor, que sino...)

Y esa es la vida de patio. Anticuada, ritualista, de comidilla. Pero también es agradable. Yo por lo menos cuando cierro la ventana después de tender, estoy tan contento. Qué bobada... jejejeje

Muchos besossssssss

martes, 8 de enero de 2008

MELODÍA NÚM. 2



Tema: Radio Nowhere.
Intérprete: Bruce Springsteen.
Comentario: Este tío es muy grande, me pone los pelos de punta, y su último disco es tremendísimo!! Y esta canción en el coche a todo volúmen sencillamente es inspiradora!!

Muchos besosssssssss

pd.- Y hablando de inspiración, reconozco q ando algo escaso de ella (o quizás es q tenga demasiada ;p) pero no me voy a agobiar, cuando se me ocurra algo decente q escribir, lo escribiré y punto!! Mua!!

jueves, 3 de enero de 2008

HAY QUE SEGUIR

Matilda sabía que no era buena idea salir a pasear un día de lluvia, pero sentía la necesidad de caminar y respirar aire fresco (quizás solo de respirar). De modo que cogió su impermeable verde y dio, convencida, un paso firme sobre el primer charco que se había formado ante su puerta, sin importarle lo húmedos que pudieran terminar sus pies. Estaba dispuesta a dejar la mente en blanco, a dejar que la lluvia empapara su rostro y lavara de una vez por todas ese gesto de tristeza que no se le borraba desde que hacía dos años un coche se llevara la vida de su hermana por delante.

Matilda echaba de menos a su hermanita cada segundo de cada día, pero en estas fechas forzosamente felices (necesariamente familiares) la punzada en el corazón se volvía más fría, más profunda. Se había pasado la tarde viendo fotografías y oliendo los jerséis que aún descansaban en el armario. Sabía que eso no era sano para su estabilidad emocional, pero necesitaba sentir que estaba cerca. Aún así, había sido demasiado, y necesitaba caminar bajo la lluvia para tratar de sentirse menos sucia, menos indigna por estar viva.

La lluvia no lavaría las heridas de Matilda. Seguramente nada lo haría, ni siquiera el tiempo. De alguna forma estaba empezando a comprender que tendría que vivir con su dolor, como una enfermedad crónica e injusta. Y cuando la llamé por teléfono y me dijo que la perdonáramos pero que no tenía ánimos para ir al cine, sentí que no me quedaban palabras de consuelo y me sentí impotente y mal amigo.

Un beso enorme, mi Matilda. Sé fuerte.